Por Juan Carlos Mendoza Granadino

CEO

 

Dentro de las decisiones de la estructura de capital, con relación a los fondos ajenos, también existen otros temas que debe enfocarse el gerente financiero, esta es la decisión sobre la proporción de la deuda de corto y largo plazo que debe tener.

El ratio de la calidad de la deuda, que se define por deuda de corto plazo dividida entre deuda de largo plazo, como su nombre lo indica, mide la calidad de la deuda; cuanto menor sea su resultado mayor será la calidad de la deuda, pues indica que la empresa se financia con mayor proporción con deuda de largo plazo y por tal motivo habrá menos presión en su pago.

Sin embargo, la razón anterior debe reforzarse su análisis, puesto que si el gerente financiero se empeña en mantener la mayor cantidad posible de deuda de largo plazo estará cometiendo un error muy grande que muy seguro estará financiando activos circulantes con deuda de largo plazo.

Para una estructura financiera sana, los activos de largo plazo deben financiarse con deuda de largo plazo, y los activos de corto plazo con deuda de corto plazo. Si una empresa no cumple esta condición será urgente que realicen una reestructuración de la deuda.

 En algunas ocasiones la deuda de corto plazo no tiene ningún costo (por ejemplo, el monto que se le debe a los proveedores que son quienes financian los inventarios, este crédito, generalmente para 30, 60, 90 o 120 días, no genera ningún costo para la empresa).

Con los activos de largo plazo puede generar cierta confusión, por ejemplo, dentro de los circulantes hay una porción que es de corto plazo y hay otra proporción que es de largo plazo. Por ejemplo, dentro de los niveles de inventarios hay una parte que se mueve mucho, pero se requiere de un inventario mínimo que siempre se debe tener, esa parte puede ser considerada de largo plazo.

Lo mismo sucede con las cuentas por cobrar, siempre habrá un saldo incobrable cuyo nivel se mantendrá casi invariable en el largo plazo, dicho saldo de mora debe ser financiado para no tener problemas de liquidez. Sacando de toda duda, el capital de trabajo neto (o inmovilizado) se considera una inversión a largo plazo; por tal motivo el capital de trabajo debe financiarse con deuda de largo plazo.

¿Qué sucede si los activos de corto plazo se financian con deuda de largo plazo? Muchas empresas tienen sus repuntes de ingresos por temporadas, por ejemplo, si una empresa al iniciar su temporada de ventas, decide invertir en inventarios y para ello contrata deuda de largo plazo, esta decisión la llevará tener un buen resultado por la temporada que duraron las ventas, pero se condenará a seguir pagando muchos años después y ya no tendrá capital de trabajo para asegurar los pagos de la deuda.

En el caso contrario, si la compra de una maquinaria lo hace con deuda de corto plazo, por muy productiva que sea la maquinaria, la empresa correrá el riesgo de quedarse sin fondos para pagar toda la deuda de corto plazo.